Su privacidad es importante para nosotros

Utilizamos cookies propias y de terceros que permiten el funcionamiento y la prestación de los servicios ofrecidos en el Sitio web, así como la elaboración de información estadística a través del análisis de sus hábitos de navegación. Al pulsar en Aceptar consiente expresamente el uso de todas las cookies. Si desea rechazarlas o adaptar su configuración, pulse en Configuración de cookies. Puede obtener más información en nuestra Política de Cookies.

  • Cookies necesarias Las cookies necesarias ayudan a hacer una página web utilizable activando funciones básicas como la navegación en la página y el acceso a áreas seguras de la página web. La página web no puede funcionar adecuadamente sin estas cookies.
  • Cookies de estadística Las cookies estadísticas ayudan a los propietarios de páginas web a comprender cómo interactúan los visitantes con las páginas web reuniendo y proporcionando información de forma anónima.
  • Cookies de marketing Las cookies de marketing se utilizan para rastrear a los visitantes en las páginas web. La intención es mostrar anuncios relevantes y atractivos para el usuario individual, y por lo tanto, más valiosos para los editores y terceros anunciantes
General   Fundación para la Diabetes

Diabetes tipo 2: una enfermedad en la mochila

«Es una enfermedad traicionera, no te avisa y te va comiendo poco a poco, entamente», así habla Enrique Valdeón de la diabetes tipo 2 con la que convive desde hace 16 años. Hoy tiene 66 y ha aprendido a ponerla a raya con una buena alimentación, ejercicio y mucha conciencia sobre la enfermedad, algo que le costó tiempo asimilar. «Me la diagnosticaron con 50 años, en los análisis empezó a aparecer alguna estrella, como la polar, después otras con las que ya se podía hacer la Osa Mayor y cuando me jubilé a los 60 aquello parecía Orión», relata Enrique, quien recuerda que cuando su médico le preguntó si prefería cambiar sus hábitos o tomar
pastillas optó por lo segundo.

Profesor de educación física pasó su vida ejerciendo la dirección de un instituto: «Sufría estrés, dormía mal,
comía de manera desordenada y no me preocupé. Cuando me jubilé me di cuenta de que aquello iba en serio
y de que no se trataba solo de tomar pastillas, sino de mejorar mi calidad de vida. Podía optar por hábitos saludables y eso es una gran oportunidad», reconoce. Pero para ello, la mejor fórmula es «asumir la enfermedad, y la asumes cuando la conoces», dice.

En su vida fue crucial acercarse a la Asociación para la Diabetes de Salamanca, después se apuntó a un programa de pacientes activos para hacer cursos intensivos. Durante unos días en el Camino de Santiago, organizados por la Fundación para la diabetes, tuvo la oportunidad de convivir con pacientes de diabetes tipo 1 que necesitan inyectarse insulina. «Fue un acicate, yo era un privilegiado y tenía la oportunidad de cuidarme para controlarla», recuerda.

Desde entonces para él hay tres reglas básicas: «el ejercicio, la alimentación y lo que yo llamo el pastillaje que tomo de forma estricta según la recomendación del médico. Tengo claro que a mejor calidad de vida hay más salud y